lunes, 29 de noviembre de 2010

Debo, no niego

No hay plazo que no se cumpla; inexorablemente las fechas llegan y no les importa cómo estés. No necesariamente me refiero al dinero -que tiene que ver- me avoco a todo lo que hay que entregar a tiempo y, como por costumbre o tradición, vamos postergando para una mejor ocasión. Total, hay tiempo. Es posible que los retrasos en nuestras obligaciones se deban a que tengamos introyectado muy dentro nuestro, la idea de que alguien con cierta autoridad debe vigilar nuestros pasos, debe exigirnos y entendemos por ello, que esté al pendiente de nuestros errores para que los corrija posteriormente.
No nos damos cuenta de que la mayor exigencia está en esperar resultados, ellos son los que nos marcan de tal manera que en la percepción de quien los espera, quedamos como útiles o inútiles. Todos deberíamos saber qué es lo que nos corresponde hacer, sin embargo, pareciera que navegamos con bandera de ignorancia crónica. Los pretextos se multiplican en la medida de nuestras posibilidades e ingenio.
En fin, al parecer, lo más difícil es entender que cada día tiene su propio afán (no recuerdo quién lo dijo), pero por comodidad, "juntamos todo" para una mejor ocasión. Espero dejarme de ahogos administrativos y cumplir como debe ser. ¿Qué? ¿Hoy es el último día para entregar exámenes? ¡Chín!

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