Desde mi trinchera, suspicaz como soy, la noticia de que la primera etapa de pruebas de la vacuna contra el SIDA ha sido un éxito me hace pensar en la parte oscura del avance. No afirmo que no me guste que se esté encontrando tal remedio a uno de los azotes de nuestro tiempo, por el contrario, me lleno de gusto al saberlo; lo que me pone medio erizado, es la serie de comentarios alrededor, sé que son cuestiones involuntarias, pero de igual manera llegan.
Hay dos presupuestos de esos que quedan velados durante los comentarios al respecto, uno, somos unos irresponsables promiscuos, dado que el avance de la enfermedad se ha dado en proporciones geométricas, por lo que dicha irresponsabilidad la compartimos todos, pues no somos capaces de usar condón en nuestros encuentros casuales o planeados. Dos, la bondad del descubrimiento es que podremos seguir siendo irresponsables dado que no no habrá peligro al momento de contagiarnos.
De ninguna manera soy un puritano, por el contrario, la fuente de mi indignación está en la duda que plantan esos comentarios al suponer que yo no uso condón y que, estoy seguro, sí hay gente que es lo suficientemente inteligente como para serle fiel a su pareja, por lo que estaría en un porcentaje amplio, cuidando su salud.
Por lo demás, qué bueno que sí haya cura para erradicar el riesgo de infección por poca higiene en el uso de jeringas u otros artefactos de uso común en el sector salud.
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