Entre que la ley ya prohibe la compra indiscriminada de antibióticos, el aumento en la alarma por el calentamiento global, la lucha contra el narcotráfico y los achaques de la selección nacional de fútbol, el panorama nos pinta muy denso para los que intentamos desarrollar una sana hipocondria. Algunas veces la variedad no implica facilidad; las indecisiones vuelan por nuestras cabezas y perdemos tiempo en elegir el porqué vamos a quejarnos el día de hoy.
La añoranza invade nuestra vísceras, probablemente por tratar de regresar a los tiempos en que "matar a un pariente", "sufrir las inclemencias del tiempo", "satanizar al tráfico" se van alejando de nuestro compendio de excusas ya que el tiempo resulta ahora tan cambiante e impredecible, que de igual manera, el tránsito se ha vuelto predecible y que las relaciones familiares ya no son tan cercanas como para decir que todo ello nos afecta. Realmente hay que "matar" a un ser muy cercano, "inventar" un mega embotellamiento o "adivinar" en dónde va llover que tenga un mal drenaje. Bueno, esto último es más fácil.
Pregunto entonces, ¿tenemos que apechugar con los recovecos que nos deja el calendario oficial de labores? ¡Hipocondriacos del mundo, uníos! No son tiempos de desperdiciar sintomatologías así como así. Total, cada día nos inventan pretextos para evadir responsabilidades...
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