sábado, 25 de septiembre de 2010

Defecciones físicas y mentales

Cuando las lagunas empiezan a ganar terreno, no hay cerebro que se resista. Pudiera decirse que los descuidos son síntomas de genialidad, pero en mi caso o he aumentado mi IQ o de plano ya mi masa encefálica no sirve para maldita la cosa. Todo el mes estuve con la idea de que mi entrada los sábados era a las diez de la mañana; inclusive presumí antre varias personass que ya tendría tiempo de levantarme a otra hora, que no fuera a las cinco. Estaba de lo más tranquilo tratando de organizar las cosas que ocuparía para mis clases y deliberando sobre lo que me habria hecho daño la tarde anterior (traigo  el sistema gástrico como pasado por remojo), cuando de repente suena el teléfono y me avisan que mi hora de entrada era a las siete, como siempre. En ese momento, fuera pijama, calzón y demás estorbos y al baño. Excuso mencionar que por supuesto, algunos de mis alumnos ya estaban con un pie en el estribo.
Mal que bien apliqué lo que tenía pensado, sin embargo, no puedo quitarme la sensación de tener mapaches en el estómago. Ahora no sé si fue por la diarrea o por haber llegado tarde. Me tranquiliza saber que mis nuevos educandos tienen expresión de inteligencia, lo cual significa que podré trabajar de maneras sofisticadas aunque poco ortodoxas, es decir, serán un buen reto para mi imaginación. Claro, siempre y cuando tenga presente que mi horario no cambió. Ahora debo pensar en qué desayunar que no me provoque una revolución intestinal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espejismos económicos

Una escena así, ahora es impensable. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M al de muchos. Hace días, en uno en uno de esos canales de You Tube que ...