Tarde pero sin sueño; o al menos ésa debería ser la situación después de comer un suculento caldo de res. Los caldos tienen una arraigada tracición en la familia; se cree que tienen poderes curativos aunque no se emnciona abiertamente. Además de los usos comunes, los caldos pueden presentarse de manera que, so pretexto alimenticio, proveen del mejor momento para platicar de lo que nos ha pasado durante el día o durante algún tiempo si es que no nos hubiéramos visto.
Así entonces, podemos tragarnos un coraje con sabor a cebolla recien picada; o paladear un grato cortejo zanahorias de por medio; quizá, si la prudencia lo permite, entretener las papilas gustativas alternando lo que nos hizo felices con bocados de suaves trozos de carne.
Total que no hay límites para traducir cada sorbo en un futuro recuerdo. Entonces ¿qué curan? Pues diría mi abuela que la soledad; en cada cucharada dejamos ver quiénes somos a la hora de comer. Si sólo fijas tu atención en el plato que tienes en frente, lo más probable es que tengas algo que decir, pero que no te enimas a externar; en cambio, cuando tu mirada recorre los rostros de quienes te acompañan a la mesa, como tratando de que se fijen en la manera de sostener la cuchara, seguramente estarás a punto de hacer participes a todos de lo que te motiva en ese momento.
Los caldos son curativos, porque te permiten saborear a las personas cercanas, a cucharadas.
Y los postres, para qué sirven?
ResponderEliminarme encanta ver las cosas desde su perspectiva, por que yo jamas habia pensado eso de un caldo je. pues provecho!!!!!!!!!
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