El señor se apiada de los tarugos. Aprovecho este momento de lucidez donde puedo hacerme responsable de lo que pienso y escribo, para agradecer en toda su valía el mega puente bicentenario. Ayer, con todo mi fervor y responsabilidad patria, estaba dispuesto a cumplir con mi obligación de impartir mis cursos de Lectura y Redacción y Ética en el INECIPE, por supuesto con los consabidos ojos resignados y hombros enjutos por el gripón que me tiene confinado a festejar casi en soledad estas fechas tricolores.
Algunas veces el dolor te hace recordar que hay alternativas para no quedar mal con tus compromisos y, al llegar a la casa me dispuse a llamar a Guanajuato para que dieran aviso de que mi espalda reclamaba cierta atención. La voz que me contestó casi sonó a canto celestial: "No se preocupe licenciado, se llevaron a los alumnos de comisión a Dolores y las clases se reanudarán el lunes próximo". Dolor por Dolores, el cambio me pareció en ese momento justo lo que necesitaba para reacomodar los bichos que contraje en el viaje del viernes, seguramente. La ventaja de tener médico como padre, es que éste diligentemente me aplicó como tratamiento, un par de tabletas cada doce horas durante seis días. No es una posición muy cómoda que digamos, pero trataré de adelantar lo que tengo pendiente, ya que mi autonomía de vuelo está casi restringida en su totalidad. Los pozoles, atoles, enchiladas, tostadas y demás suculencias tendrán que esperar. No gozo. Salud.
Jejejejejeje, qué suerte!!! Lo bueno que se te ocurrió llamar antes, que si no?... Jajajaja. Te hubieras ido de paseo, en lugar de trabajo je. Saludos! Y espero que te mejores!
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