sábado, 20 de noviembre de 2010

Más vale camino conocido.

A la espera de grandes cosas, corremos el riesgo de dejar pasar las pequeñas satisfacciones; algunas veces la casualidad nos coloca en situaciones donde debemos decidir si seguir como estamos o cambiar a algo que promete, pero sin la menor seguridad. Lo normal es que mantengamos nuestras cosas en orden y sin sobresaltos.
Sin embargo, la cosquilla de la aventura es para muchos, el combustible necesario para vivir (queda la sensación de que si no lo usas, te oxidas), por lo que vemos cotidianamente a personas que se la pasan cambiando de aires, de trabajos o de rutinas para no quedarse atrapados.
Desde un punto de vista conservador, las rutinas tienen nada de malo, te mantienen activo en situaciones que están bajo tu control, te crean la seguridad necesaria para que realices tus trabajos lo mejor posible y hasta te vuelves diestro en ellos. Por supuesto que no vas a encontrarte con sorpresas diariamente, pero para eso son las rutinas.
Bien vienen cambios de vez en cuando, principalmente en los momentos en que la seguridad se vuelve tedio; para estos casos, algunos de mis parientes proponen deschongarse una que otra vez teniendo cuidado en que las sorpresas no se transformen en sustos ¡menos unos que después de tiempo te pidan de comer o exijan útiles para la escuela! Salud.

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