Menos si no es temporada. Con regocijo he descubierto que todavía quedan familias que se ponen de acuerdo para salir juntos en este día, supuesto para resumir lo que sucedió en la semana. Hay días de campo, recorridos por ciudades cercanas o lejanas, visitas a los parientes también cercanos o lejanos, descubrir lugares para comer, uf, no acabaría de enumerar las posibilidades,
No falta aquel o aquella que tiene cosas más importantes que hacer, por lo que quiere quedarse al margen, pero son los menos. Los pretextos son variados para pasar una tarde en familia y pueden escucharse las vocecillas de los niños jugueteando por los jardines, los papás dándoles indicaciones de cómo patear un balón o trepar a un árbol, las mamás corrigiendo sus maneras de tomar la cuchara o limpiando continuamente sus caritas...
"Raulito, no vayas para allá que hay muchas hierbas y te puede salir un animal..."; "Juanito, termínate esa hamburguesa antes de que te vayas ¡y mastica bien que te vas a ahogar,,!": "Luisito, bájate de allí que van tres veces que te lo digo, vas a tirar las cosas..."; "Y tú inútil, a ver a qué hora pones en orden a esos muchachos...".
La imaginaria femenina da para escribir páginas inmortales sobre el cuidado a distancia, no sólo de los hijos, sino también de los maridos. Bien entonces, es domingo y voy a comer con mi familia; haré todo lo que se supone se espera de un digno representante del género y sobreviviré a la andanada de advertencias de mi madre. ¡Ya chamacos, espérense, sáquense para allá!
Y qué tal si mejor me quedo en casa a hacer trabajos escolares?... Je, je.
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