El frío recorre mi espalda aunque estoy envuelto como oruga en mi bolsa de dormir; lo malo está cuando tengo que salir del estudio para atender el teléfono o recuperar algo que olvidé traer. Mis carreritas como de pingüíno podrían hacer las delicias de chicos y grandes. Así de ridículas deben verse.
Espero que hayan cenado lo suficiente como para aguantar las horas extras que tendrán en su cama cada uno de ustedes; los que estén en cama ajena (por las circunstancias que sean), apúrense a levantarse que después de las diez estorban.
Prepárense el recalentado o vayan a la menudería más cercana, seguramente volverán a la vida cuando reciba su paladar el inconfundible sabor de la cocina emergente. ¡Ándenle que estamos a medio camino de festejos! Tienen que hacer huequitos en ese estómago que -estoy seguro- prometerán reducir a la primera oportunidad que les dé su muy ocupada agenda.
¡Ah! No olviden sus prácticas de embellecimiento, porque me imagino que estarán como extras del "Despertar de los muertos"; ninguno de los demás tienen la culpa de nuestros excesos. Creo que nada me falta... Sólo decirles que ya encarrerados, arremetan con patriótico fervor a todo lo gastronómico que se encuentren a su paso; es muy feo que tengan que guardar los sobrantes de las cenas por más de quince días. Ya el año nuevo brindará la oportunidad de reivindicar los intestinos. Mucha salud.
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