Hay de decisiones a decisiones y las que debo tomar casi siempre tienen que ver con algo trascendental; seguir en el mismo lugar o cambiar de aires, adoptar una nueva postura o mantenerme con la antigua, aspirar a un nuevo puesto o desarrollar más el que ya tengo, desayunar o irme a trabajar con la panza de farol.
Cosas así ponen los pelos de punta. No dudo que los demás tengan cosas más importantes por las cuales decidirse. Imagino que Gaddafi tiene muchas preocupaciones en estos momentos, pero creo que él se lo buscó. ¿Quién le manda a aliarse con los que ahora le están cobrando la factura de lo que le ayudaron a hacer hace como cuarenta años?
El chistesito le está saliendo caro; es como si yo, en estos momentos, pidiera prestado otro montoncito de dinero para pagar mis deudas. No habría macho que cometiera tal osadía. Las relaciones internacionales son como las transacciones con las sexoservidoras, en el momento en que se acaban el tiempo y el dinero, también el amor.
El caso es que quizá estemos a un paso de ser testigos de un nuevo reacomodo mundial; recemos porque el nuevo mandamás de nuestro país sepa acomodarse bien en el concierto de las naciones, pues si nos toca interpretar con la flauta, puede pasarnos lo que al músico que en el cuento se perdió en la selva africana y, a estas alturas, puede ser muy doloroso. Salud con salivita.
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