Los ánimos me invadieron y hoy empiezo; la técnica a usar es la de los AA: sólo por hoy me esforzaré a hacer lo que me toca. Gracias a que es veintiuno de marzo y gozamos de uno de tantos asuetos, mis actividades cuasi deportivas las podré realizar temprano, pero a partir de mañana debo buscar otro espacio en el día. Así es esto de las ocupaciones.
Me siento como caballo en el arrancadero, presto a salir en cuanto se toque la campana. Los tenis bailan al son que toca la pista y a cada paso voy dándome cuenta de que el trabajo compensará todas las horas de extrema echadez en el sillón de la sala. Los músculos van despertando uno a uno y la respiración se compone conforme recibo cada bocanada de aire.
Algo así deben sentir los competidores olímpicos cuando están a punto de iniciar sus pruebas, con la carga extra de la responsabilidad de mantener el prestigio deportivo de cada uno de sus países. Yo no tengo esa carga, pero la barriga cosechada en los últimos tres años, pesa como si trajera al pueblo a cuestas.
Llevo quien me dé ánimos, porque los comienzos requieren de compartirse para que la soledad no interfiera con el resultado. Sólo espero que la primera sensación de ser un potro brioso y fuerte no se transforme al final, en los desánimos de un jamelgo flaco y arrumbado en un rincón del establo. Así le pasó a uno de mis parientes, habrán de figurarse... Salud.
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