Sé que darte cuenta de los errores o los aciertos de los demás, no te exime de corregirlos pero tampoco te autoriza a pitorrearte de ellos; hoy tuve la oportunidad de evaluar a la distancia algunos de los cambios ocurridos en tres personas que conozco; aunque el grado de conocimiento se ellas no sea el mismo, creo que puedo ser capaz de leer algunos indicios de verdad en ellos.
Primero, mi cuñada; decidió entrar al mismo curso que su marido (mi hermano) que creo ya había comentado antes. Se nota que el intento por compartir lo mismo que su pareja la mantiene en lo que algunos creen, es la lucha constante por mantener una relación amorosa, me adhiero a esa idea pues en el fondo sigo siendo el adolescente romántico de antaño.
El segundo, uno de mis maestros de la universidad. Representó un paso atrás ya que me enteré de una cara que no le conocía; ésta, radicalmente opuesta a la que conocía hace más de veinticinco años, es el producto de una autovaloración extraña de sus facultades como profesionista. Me resultó difícil de creer, pues nuestra relación fue del todo cordial en clases.
Y la tercera, donde también me resultó de suma dificultad, ver que una egresada de la universidad, exponía su imagen de profesionista y modelo sin, al parecer, tener conciencia de lo arriesgado que le resultó. A decir verdad, estuvo muy cerca de la fatalidad. Fue el claro ejemplo de que, si no estás del todo preparado para dar una plática a un público que seguramente sabrá de qué hablas, mejor ni te metas.
Me vi reflejado en cada uno de los esfuerzos por buscar el lugar que a cada uno le corresponde. Cambiar para reafrmar o para recrear la propia imagen, debe tener algún precio y debemos estar listos y dispuestos a pagarlo. Con los chichones y raspones que esto represente. Salud.
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