martes, 17 de mayo de 2011

Baco, ahí te voy.

Ya más calmado, me dispongo a reorganizar mis ideas; no es fácil reponerse de estos disgustos a mi edad. Aunque no quiera ser tan aferrado, hay situaciones que lo sacan a uno de sus casillas. Pero en fin, cada quien con sus perversiones. Parte de la reorganización mental consiste en localizar a un buen amigo, con el fin de saber si sigue interesado en poner conmigo un changarrito.
Le había platicado el tipo de negocio que quería y al parecer, le interesó; él puede ser e ancla que me haga bajarle de espuma a mi cerveza y logre que asiente los pies en el suelo. Precisamente con la cerveza tiene que ver. Al paso del tiempo, me he vuelto algo más selctivo en mis relaciones sociales, sin llegar a discriminatorio, así que los requisitos serían más o menos de la siguiente forma:
He pensado en un barecito, pequeño, donde quienes entren, tengan probados méritos para degustar lo que allí se sirviera. Pensarán que así no se llega a millonario, no me importa (su opinión sí, lo que no me importa es ser millonario), pues tengo la convicción de que el licos, en sus diferentes presentaciones, no sólo sirve para embrutecerse, sino que se convierte en un excelente catalítico a la hora de conocer y aprender de los demás.
Por si acaso, vayan preparando su paladares, porque seguramente serían testigos de la gran apertura de una sala recreativa-literaria en dónde poner a prueba su elocuencia. Me gustará ver a quienes se atrevan a leerse unos librotes de tres cuartos. Muy buen pretexto para decir salud.

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