Los cambios climáticos obligan a tomar precauciones, ya se entán anunciando vacunas en contra de todo y en la televisión sigue el ataque de cuanto medicamento en contra de las enfermedades de las vías respiratorias hay; los cambios de ánimo también deberían tener esas mismas atenciones, puesto que hay quienes reaccionan extrañamente en días lluviosos.
Por supuesto hay quienes se ponen felices de que por fin haya llovido (me incluyo), el calor estaba insoportable y comenzábamos a pensar de que en realidad este país sí era una sucursal del infierno bíblico; sin embargo, los hay quienes la nostalgia les invade y se ponen melancólicos, posiblemente porque al ser el agua un buen conductor y el solvente universal, los recuerdos fluyen más rápidamente.
Debemos tomar en cuenta, como lo dijo alguna vez un ingeniero hidráulico: "el agua es canija"; en pocas cantidades quita la sed, pero en grandes, hasta te ahoga. Lo que me recuerda otra cosa que decía el buen Candelario: "si el agua destruye los caminos, ¿qué no hará con los intestinos", dicho que le daba un buen pretexto para suplirla con cualquier tipo de licores.
El caso es que anoche llovió más decentemente y promete estar de la misma manera hoy; así de cervecero como estará entonces, el fin de semana, seguro que será un buen condimento para lo futbolero que nos espera también. Yo le voy a la femenil; ese mundial tiene además el atractivo de ver piernas realmente atractivas. Se espera un ataque hormonal masivo. Antes de que pierda la cordura, salud.
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