Las verdades populares plasmadas en los dichos pueden sorprendernos de vez en cuando; aún hay quien cree que puede sorprender a los demás cargando un montón de papeles bajo el brazo, aunque éstos no tengan más contenido que oraciones balbuceantes sobre temas fuera de su entendimiento. Lástima de la muerte de los árboles.
El disimulo extiende sus reales en las inquietas cabecitas que todavía no entienden para qué han sido hechas (menos si se han dedicado a embrutecerse con todos los estímulos a su alcance), hay que aparentar que se sabe aunque lo que se cree, haya estado fuera de contexto y si además se le pone mucho, pues qué mejor.
Cuando he recibido trabajos donde lo más loable es el peso de los mismos, no dejo de recordar que "de lo bueno, poco". Cuánto no hubiera ahorrado en tiempo si mis indicaciones versaran sobre la cantidad de papel, haciendo de ella un estándar; de cualquier manera, siempre sale a relucir la &/(%&$=) pregunta: "¿cuántas hojas vas a querer?", como si tuviera un boiler de combustibles.
¿Entenderán alguna vez que lo que hayan aprendido no se plasmará mejor si les impongo un número de cuartillas?, aunque ya los veo, tratando de llenarlas sin un plan definido de lo que quieren decir; ni hablar, éste es otro fin de semestre donde debo entretenerme con afirmaciones que nada tienen que ver con la naturaleza del los trabajos que encargué. Para la cruda, salud.
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