A punto de caer como fardo en mi mullida cama, repaso mis pendientes y trato de poner orden en mis pensamientos; haber leído los trabajos que encargué para este final de semestre me tiene con una somnolencia digna de concurso, los bostezos se multiplican y debo alistarme para salir como rayo veloz a ciertos confines lúdico-pachangueros.
Hay ciertos días en los que no debería levantarme tan de prisa, porque después e que se terminan las actividades, me queda la sensación de que a nadie le interesó mucho lo que se hizo. Lo bueno fue que hoy no resultó un día de ésos; digno de examen, pude disfrutar de las presentaciones finales de los dos grupos de comunicación que me faltaban por revisar.
No diría que puedo echar las campanas al vuelo, pero sí pude observar un esfuerzo mayor de lo que había contemplado en los ensayos previos; obviamente los nervios nos hicieron presa a todos los involucrados en el trabajo, inclusive agradecí que llevara bien puesto los pantalones, porque si no hubiera sido así, se me caerían los clazones.
A los del último semestre, sé que volveré a verlos, tarde que temprano. Sólo espero que sea en muy buenas condiciones, sea como sea. Mientras, yo voy a poner manos a la obra para buscarme algo que hacer y que me reditúe algo de efectivo, las condiciones en que me dejó cierta pequeña inversión no son del todo óptimas, pero nada que impida decir ¡salud!
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