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Evidenciaron carencias ¿qué sigue? Foto: Baer |
En lo particular, ni lo vi en vivo, ni soy médico y ni siquiera me gusta, pero sí se observan indicios de que se murió instantáneamente; más que la negligencia, la falta de precaución o la rudeza del deporte, lo que mató al hijo del Perro Aguayo, fue la ignorancia. Conste que no infiero falta de conocimiento de la práctica de los luchadores o de los médicos en el cuadrilátero.
Esto podría extenderse a otros deportes donde el fingimiento es pan de cada día -por ejemplo los delanteros que fingen faltas en lugar de luchar por un balón en el fútbol- y como siempre he afirmado, la lucha libre no es otra cosa que una espectacular coreografía, admirable por la fortaleza y agilidad de los contendientes, pero donde los golpes son de utilería.
Acostumbrados a fingir, a tratar de sorprender al espectador, a buscar la pirueta más que neutralizar al oponente, todos los actores en la función en Tijuana ignoraron al caído. Siguieron la instrucción de que se continuara con la lucha, a pesar de que Rey Misterio parecía haberse dado cuenta del problema y continuaron con la cadena de errores.
Primero un golpe en la nuca con el filo de la lona, después la patada del compañero de trabajo, en seguida, el golpe en la tráquea con la cuerda y, por último, el mal manejo de cuanto personaje se acercó al luchador. Lo mató la ignorancia, pues qué tanto será un teatro la lucha libre, que cuando llegan a sufrir un golpe en serio, se mueren. Salud.
Beto
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