Flotar, surcar los aires, pretender ser libre absoluto; luego despertar y darte cuenta de que ni con ortopedia te puedes desligar de las cadenas impuestas o autoadquiridas. Las siestas pueden ser muy buenas después de comer; te dan la oportunidad de recargar baterías para seguir con las labores vespertinas o reorganizar tus pensamientos. Quizá simplemente, pasar el rato puesto que nada tienes que hacer.
Las hay que permiten ver cómo eres en la vida cotidiana, por ejemplo, si la tomas en un sofá, posiblemente seas un desesperado que no le interesa llegar a la cama, quiere tomarla ya. Si prefieres un lugar apartado, reservado. Si te gusta el lugar que a otros les parezca incómodo, intrépido o masoquista. El chiste es tomar un descanso.
Los pretextos para llevarlo a cabo también pueden ser variados. Necesidad, prescripción médica, costumbre, catártico... Las posibilidades son infinitas.
La de hoy la tomé porque el desvelo de anoche me pasó factura y los pastores ya no están para escaramusas nocturnas prolongadas; además es peligroso para mí cabecear frente a un plato de sopa, más que nada porque se me acaban las excusas y explicaciones para justificar el que esté haciendo gárgaras con ella. Pues sí, me dormí, ahora debo encontrar la manera de quitarme este dolor de espalda que me está matando. Mugroso sillón.
Así no juego!!!... Yo no puedo dormir en las tardes, ni en el sillón, ni en la cama, ni sobre un plato de comida jejeje. ¿Alguna recomendación?
ResponderEliminaryo antes ni loca me dormia por las tardes pues despertaba con dolor de cabeza, pero ahora me encanta dormir en las tardes jeje. y para que no le duela la espalda pues camine hasta su cama no sea flojo jajaja.
ResponderEliminar