Los reencuentros pueden emocionarnos de tal manera que empezamos a hacer compilaciones de emergencia para las posibles remembranzas. Ocasiones que aprovechamos para atacarnos a puros anecdotazos. Que si a alguno lo cortaron olímpicamente, que si a otro se le iba en puro suspirar por amores imposibles, que a aquel se le cayeron los calzones porque no llevó algún trabajo o a alguien más lo evidenciaron como inútil. Las posibilidades se reproducen exponencialmente en la medida de que tratamos de recordar; sin embargo, la realidad se nutre de eso, de cómo la recordamos.
Coincidentemente estas fechas próximas se prestan para tales reuniones; al parecer todos andamos con una frecuencia similar o nos envuelve el espíritu navideño desde octubre. Yo estoy preparándome para una junta de antiguos estudiantes de comunicación la cual, me imagino que empezará con las inefables pláticas sobre los hijos (los que los tienen), de cómo han cambiado las generaciones, que si nosotros no nos comportábamos así, que ya no es posible controlarlos... Posteriormente, de lo cara que está la vida, que si la situación sigue por este rumbo nos llevará la chifosca, que ya no alcanza para irse de vacaciones aunque sea a Silao, que nadie hace nada... Y por supuesto, concluiremos con ¿y tú sólo das clases? Mmmmj.
Creo que iré inventándome algún otro trabajito que parezca de caché, aunque nadie me pague por hacerlo, así presumiré de tendencias artísticas. Bueno, eso creo.
Dichoso tú que has podido reunirte con tus excompañeros jajajajajajaajja... Yo no he podido... Y dudo que se haga algo, cada año o cada que se llegan las vacaciones algo pasa y no se hace nada... Ja... En fin... Slaudooos!
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