martes, 30 de noviembre de 2010

Estar sin estar

Ayer mismo quienes estuvieron en la visita de Madonna a su negocio en el D. F., pudieron constatar que la fama trae consigo algunas limitantes. No para la casi actriz-cantante, sino para los que tuvieron a bien esperar por doce horas su llegada; una multitud crea el espacio suficiente entre el objeto de admiración y la vista, como para percibirlo sólo como un punto lejano e indefinible. Gajes de fan donde la presencia es anónima. Debe ser sensacional el aguardar con fruición durante tanto tiempo, para que la oportunidad de observar se reduzca a unos cuantos segundos pero, eso sí, decir "yo estuve allí".
Hubo algunos privilegiados que participaron de la inauguración (seguramente políticos de medio pelo la mayoría) y Ebrard al frente haciendo el marco para la inauguración. Otros aún más privilegiados (posiblemente hijos o parientes cercanos de tales políticos), estuvieron en la clase de cuarenta minutos que ofreció la ya no tan chica material; ¿al menos tendrían ellos la condición física para seguirle el ritmo? Es muy probable que sí.
Al parecer sigue en el país; varios representantes de nuestro traqueteado país harán los honores y pasarán lista de su admiración. "Participarán" de los posibles eventos metiéndose en una gran masa que nada tiene que ver con las personas y en las estadísticas de quienes estuvieron sin estar.

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