Una paráfrasis de "a palabras necias..." sería "a demasiadas palabras, oídos inexistentes"; para donde se nos ocurra voltear tenemos información de todo tipo, de diversos orígenes, duración e intenciones. Desde un esquema simple de pensamiento, deberíamos ser una sociedad con mejores comportamientos y mayores expectativas de desarrollo. Sobre lo que deseemos saber hay información al alcance de nuestros sentidos. Ah, porque no sólo hay textos, también hay sonidos, olores, texturas y sabores.
Pero resulta que sucede todo lo contrario, sí hay mayor facilidad de informarse pero cada día le hacemos menos caso; nuestros estilos de vida (no creo que haya uno solo) nos van orillando a tener prisa para llegar a... ¡ah caray! ¿A dónde? Creo que esa información no me ha llegado. En nuestros planes diarios está muy claro que debemos avanzar, desarrollarnos, convertirnos en seres de bien, pero el cómo lo haremos y hacia dónde llevaremos nuestros ímpetus, no está en el guión.
Problema de inmediatez diría alguien, todo nos urge y nos da flojera el proceso; los ejemplos ya muy mencionados como el querer bajar de peso por métodos mágicos, quitarnos un cuadro gripal así como de rayo, aprender otro idioma sin esfuerzo, preparar comidas "nutritivas" con sólo calentar agua, nos puede ilustrar en cómo las formas han ido tergiversando nuestras percepciones y vuelven un mazacote los fondos.
¿Será por eso que hay algunos que se inscriben en cursos esperando "flotar" y, como por artilugio, convertirse en médicos, arquitectos, relacionistas industriales o comunicólogos? ¿Sí? ¡Acabáramos! Ahora entiendo las expresiones de "no fastidies" cuando por casualidad un inconsciente profesor se le ocurre preguntar la clase a uno de sus alumnos. Se necesita no estar enterado de la dinámica actual, caray. Ya ven, informarse es nocivo para las relaciones humanas.
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