Ya huele a romeritos, el sistema digestivo presenta ansiedad y la variedad de excesos está a la vuelta de la esquina. Entre "Barrios" y posadas, el cinturón ya debe haber recorrido uno o dos agujeritos pero para consuelo de muchos, no falta tanto para hacer nuestras propuestas de inicio de año.
Tenemos seguramente una lucha de voluntades interna, donde las voces se confabulan para hacernos sentir mal después de un platote de pozole y/o tres tamales oaxaqueños; la verdad es que sin esos momentos de glotonería traviesa, nuestra cultura de excesos no tendría más valor que una simple indigestión. No, lo nuestro va más allá de llenar el tanque de garnachas y fritangas; necesitamos realizar estos actos de "degustación", para después mostrar al mundo que sufrimos y aguantamos como los meros machos y las adelitas de la revolución.
Mejor aún si tenemos alguna especie de gastritis, lo picante de nuestros platillos nos igualan al ritual de iniciación mexica; quien no jale aire ni sude por el picante, será considerado el más estoico de la tribu. Y todo para tener tema de conversación, comparar padecimientos y los menos, hacer memoria de cuando podían comer de todo sin preocupación de como saldría todo.
Yo por eso sólo hago una comida durante estos días... Empieza el 12 de diciembre y termina el 6 de enero; ¿pensaron que criticaría porque no participo de las comilonas? Ja, pecadores.
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