Siempre he criticado el que un medio de comunicación sea restringido en su trabajo de divulgación; la censura, como acción gubernamental, parece lógica en cierto sentido, no aceptable pero entendible. Lo que rompe con mi esquema mental, es que un medio de comunicación aplique ésta a otro, como si fuera lógico que un médico le impidiera a un colega hacer su trabajo.
Lo que ha hecho Televisa en contra de Proceso y Reforma resulta risible; una "ley mordaza" o una campaña de descrédito sólo ventila la incapacidad de aceptar los errores cometidos casi desde su aparición. Sentirse el único medio de difusión de ideas, pudiera tomarse como política de autopromoción, pero de eso a creerse el único medio poseedor de la verdad autorizado para difundir las ideas, ya es otro cantar.
Entiendo que un ataque sin pruebas no lleva más que a acrecentar las diferencias entre las partes, peor si ese ataque es en respuesta a una crítica fundamentada; un gran número de mexicanos nos enteramos del manejo que, desde las cúpulas gubernamentales, se hizo para que las reformas a la ley de difusión beneficiara a la televisora de Chapultepec, sustentado por Bernardo Gómez en el sexenio de Vicente Fox y sostenida por el gobierno actual, así que la constante oposición en contra de medio libres, sólo acentúa la discapacidad del emporio para entender la dinámica social.
Como salida de este nudo conceptual, creo que lo que pudiera salvar a todo tipo de difusión (teniendo como arma las múltiples formas de comunicación actuales), irá por el camino de los micromedios, es decir, una especie de operación hormiga en la información, olvidar la centralización para dar paso a formar credibilidad dentro de una red independiente, aunque no se perciba un gran impacto de inmediato.
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