Las presentaciones pueden ser muy variadas y los cambios responderán a gustos, costumbres, herencia e incluso, situaciones. El tamaño no importa, una mujer en una relación normal, impondrá sus condiciones sin mediar alcance ni tipo de negociación. Pareciera lógico que lo hacen en la medida de su edad o tamaño o formación académica, pero no. Deben tener un chip del cual carecemos los hombres.
No nos esclavizan, nos hacen creer que damos órdenes; no nos conducen, creemos que vamos guiando; no nos alimentan sanamente, provocan que pensemos que satisfacen nuestros antojos. Alguna vez tuve la oportunidad de gozar de una relación tamaño Polly Pocket, parecía chinampina. Saltaba de un lado a otro, conducía su automóvil como Airton Sena, manejaba a sus alumnos cual teatro guiñol, organizaba la fiesta sorpresa de una de sus amigas y todo al mismo tiempo, bueno casi.
Por así decirlo, era Hermes reencarnado en un mini cuerpo de uno cincuenta metros. Podía conseguir lo que se propusiera sólo con mirarte fijamente y sonreír; cuando tomaba esa postura, tenía un aire como de Sara Jessica Parker, claro que a escala, pero con los mismos resultados que si estuviéramos viendo a la actriz. Se propuso tenerme como mascota y lo logró durante un tiempo. Lo mejor de todo es que aprendí a valorar todo lo que la voluntad logra. ¿Tamaños? Para una mujer bien enterada de lo que quiere, no los hay. Alzo mi copa y digo ¡salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario