Todo está preparado, las luces en su sitio, los materiales a utilizar completos, las máquinas funcionando, inclusive los regalitos a entregar al final de la sesión; todo parece que está a punto y de pronto, como mandado a hacer, se va la energía eléctrica. Lo peor de todo es que no hay plan "B" y debes improvisar de inmediato, pues la paga o la calificación está de por medio.
La guerra en contra de los imprevistos no termina ahí; después de que encuentras la solución y terminas más o menos bien librado, el traslado de regreso a tu oficina o a tu salón presenta algunos contratiempos adicionales, si no se te olvidó el material, se descompuso el proyector o se rompieron los rotafolios y tu imagen quedó por los suelos por simples detallitos.
Al final del día, el balance no es bueno. Tratas de animarte pero el plan que tenías con la chica o el afortunado en turno, se cancela porque a él o ella también le fue de la fregada, así que te llamó para ofrecerte una disculpa y dejar abierta la posibilidad de otra cita. Terminas viendo televisión enfuindado en tu pijama cero glamour comiendo palomítas de maíz. Proyectan por enésima ocasión "Corazón de caballero" y recitas en forma automática los diálogos aprendidos, que cada vez son más.
El ciclo está completo con la dependencia del teléfono celular, hasta para despertarte la mañana siguiente; posiblemente se repita la rutina salvo que tienes que comprar más accesorios para cubrir los que se descompuisieron o, en el mejor de los casos, adquirir los de nueva generación para que ya no te suceda lo de siempre. ¡Y si te sacaras la lotería! Seguro comprarías más tecnología. Salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario