De verdad que hay quienes quieren todo para sí y nada compartir; los todólogos podrían dar ejemplos claros de que el agandalle es un deporte individual. En los deportes se nota al ver que nada funciona si no es porque hay alguien que todo lo puede, ya que los demás son una bola de inútiles por lo que, dada su bondad y capacidad de organización, se hace indispensable que ellos hagan todo. Pueden leer entre líneas Femexfut, organizaciones de boxeo o federaciones de volei y basket.
La política está atiborrada de ejemplos a todos los niveles, desde el ejecutivo federal hasta los puestos más humildes en los municipios; la búsqueda del Tlatoani no tendría ninguna dificultad, gandallas hay por doquier. Así entonces, los "expertos" que llegan a las grandes, tienen todas las facultades de decidir con cuanto debemos sobrevivir, en qué nos conviene trabajar, cuáles son las "verdaderas" diversiones en un claro ejercicio de paternalismo trasnochado.
Debe haber algo, una especie de maldición en todos los puestos de responsabilidad (aunque sea mínima) que en este país transforme a las personas comunes en sapientísimos entes capaces de organizar la existencia social, a pesar de nuestros intereses. ¿Qué hay de sancionar por incumplimiento? Llega a proporciones descomunales.
Basta una falta para que el aparato dictaminador proyectado desde las cúpulas, alargue su brazo justiciero e imponga la sanción correspondiente, sin menoscabo de esfuerzo. ¿Las circunstancias que obligaron a incurrir en dicha falta? ¡Qué importa cuando se tiene el poder de decidir si eres prescindible! Tú te lo quieres, tú te lo ten.
Si las responsabilidades son motivo de acaparamiento, imagínense lo poco o mucho que se haya ganado. La marrana de Tía Cuala gruñe por todo, aunque tenga la mazorca en el hocico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario