Hay máxima alerta en Japón por la crisis nuclear; provocada o no por algunos países que han hecho de este planeta su lugar de recreo, jugando a sacarle las entrañas y ver cuántos resorterazos aguanta, la sirtuación nos afecta por igual a todos. Las advertencias del primer ministro nipón, van a tener el mismo efecto que los campanazos dominicales para llamar a misa.
Por estas tierras que todos amamos, medio nos espantamos por ello pero también nos hacemos eco del gusto porque atraparon en Arizona a 49 traficantes de armas. Además del bombazo de recibir a una de las luminarias prefabricadas por los merolicos electrónicos dedicados al noble oficio de meterse en lo que no les importa. Paris Hilton (cuyo máximo logro es ser nieta de un magnate hotelero) pisó nuestro país y se fue -así lo espero- como vino.
Por supuesto que no esperaba que los medios cambiaran de la noche a la mañana, pero se ve a leguas que las noticias van a tardar algo más que unos días, para poder ser más interesantes y sin violencias; puede ser que tengamos que esperar a que pasen las elecciones, porque si a camorras vamos, los futuros comicios federales prometen más que las luchas transmitidas por la pantalla chica.
La analogía puede ser perfecta; amagues de bronca, insultos insulsos, cachetadas a discreción, maroma y teatro ¡y algunos de los actores de los dos ámbitos pesan casi lo mismo! Nada más hay que ver lo prominentes de algunos connotados vientres tanto de las luchas como de la política. Tiempo de abastecerse de las suficientes palomitas y conseguir una compañía que nos haga pasables los próximos meses. Por salud mental y física. Brindo por eso.
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