Existen contingencias que vienen a trastornar completamente la rutina a la que estamos acostumbrados; habrán notado que esta humilde pero aguerrida publicación, ha manifestado cambios que sólo un adolescente infectado de acné puede entender. Los imprevistos tales como los desvelos o las tareas sin previo aviso, tienen la culpa.
Si he tratado de mantenerme dentro de las fuerzas vivas de la soltería, es para no tener que andar vigilando a un ser que de cajón, por el sólo hecho de presentar cambios hormonales, se me pondría al brinco; y ahora resulta que tengo la obligación de vigilar que mi sobrino se mantenga dentro de un rango prudente de comportamiento.
¡Para mis saltarinas pulgas! No estoy de acuerdo ni lo estaré en el futuro cercano; si a comportamientos adolescentes vamos, a mí Peter Pan me viene guango. Estoy a punto de dejar de comer, ponerme a chillar y patalear en el piso al grado de quedar cianótico, con el único fin de manifestar una enérgica protesta. Por supuesto, nadie hará caso.
Mis cuitas amorosas volverán a verse restringidas a las más mínimas manifestaciones; no hay derecho. Ojalá este imberbe intento de ciudadano fresero, tenga a bien darse cuenta de que sus correrías por los flóridos campos de la laxitud laboral, tienen consecuencias que afectan a todos. Lo quiero mucho y tendré que apechugar. No más salud por esta semana.
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