Me levanté con la incógnita de si el dolor se cabeza fue producto de lo que pasé el fin de semana y ya no estoy para esos trotes o por mis ansias irresolutas de que se llegue la Semana Mayor. Puedo decirles que me ejercité y ahora la espalda se une al concierto que mi cabeza se propone iniciar con atenta invitación a mis piernas y brazos.
La temblorina hace que recuerde lo efímero que puede ser la sensación de poder cuando, al iniciar el ejercicio, tenemos porque logramos levantar algún peso o recorrer alguna distancia a buen paso. El dolor muscular avanza sin dar tregua y no me deja pensar en cuál será la frase de inicio de mis clases el día de hoy.
No obstante, creo que es cuestion de que se me calienten todas las partes doloridas para que los movimientos que realice en las próximas horas, salgan al menos naturales, ya no digamos ágiles ni fuertes. Tuve tiempo de meditar bien sobre si seguiría con la rutina autoimpuesta o sólo me quedaré con lo indicado por mi médico.
Casi puedo ver al ácido láctico sonriendo con toda la sorna de la que sería capaz si fuera algún ente pensante; mi cuarto huele a reuma gracias a cuanto linimento me he embadurnado. Tendré que comprar otros botecitos, porque lo que son éstos, ya se vaciaron. La Botica de la Cruz tendrá por estos días a un cliente asiduo de su famosa pomada Marvillosa.
También tengo en la mira un tratamiento interno a base de alcohol, por si acaso. Lo mejor de éste último, es que si en algún momento ya no puedo aplicármelo, puedo pedir que me lo unten. Salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario