jueves, 28 de abril de 2011

A régimen totalitario

El cuerpo humano es maravilloso, de que le da por funcionar, funciona, pero ahí que se le llegue la hora de no querer hacer las cosas para las cuales fue hecho, porique no hay poder médico que lo reanime. Estoy en la etapa de adivinar las causas de la lumbagia con la que me he estado peleando en estas dos semanas. Digo adivinar porque no le atino.
Mal me siento bien cuando me despierto y zúmbale, la levantada me recuerda que no me he curado. Casi puedo decir que me he estado empastillando y embalsamando y ni así. Ya me apliqué un tratamiento en base a presión diametral a la altura de las terceras lumbares (me puse una faja) y nada. Sólo me ha hecho caminar como hombre de hojalata.
También ya me aplicaron la de "tienes que bajar de peso", lo cual no me hace muy felíz que digamos, porque mi intención antes de que me resultara la molestia, era precisamente ésa; aquí entro en un círculo vivioso: no puedo hacer ejercicio para reducir mis anatómicas medidas porque me duele la espalda y ésta me duele porque no hago ejercicio. Vaya.
La solución inmediata apunta por reducir las cantidades de alimento que me da por ingerir; ya empecé por el desayuno y creo que el régimen al que me someteré no será tan drástico, pero sí muy efectivo. Adiós a las "lástima de que se queden..."; menos pan y más fibra. Iré de cinco a dos tortillas por comida y que el Cielo me agarre confesado.
Sólo me preocupa no saber a cuántas copitas reduciré la dosis de alipuses. No es muy digno dejar de ofrecer un trago por la felicidad de estar con alguien que nos resulte significativo. El tintinear de los vasos cuando encuentras al cómplice perfecto, para festejar a la menos provocación. Si bien lo he dicho en diversas ocasiones, no hay palabra más melodiosa que ¡Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espejismos económicos

Una escena así, ahora es impensable. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M al de muchos. Hace días, en uno en uno de esos canales de You Tube que ...