El día de antier a Humberto Moreira, dirigente nacional del PRI, se le ocurrió la puntada de afirmar que la idea de reclutar a toda la bola de adolescentes inútiles, por decisión propia, en las filas de la polícia federal y del ejército, era buena pero que no era la solución adecuada para luchar en contra de la delicuencia, que habían otras formas de enfrentar el problema como convertirlos en instructores en el sistema de alfabetización. Al fin y al cabo, se requieren un montón.
Veo dos vertientes en esta afirmación; la buena, es que resulta preferible que se dediquen a algo dignificante y poco violento, pues así se alimentaría el espíritu además de promover l desarrollo de la curiosidad por saber más. Esto por supuesto, lo escribo sólo para adornarme y alimentar la fantasía de que este país puede ser mejor.
Por el otro lado, creo que al señor Moreira se le va un pequeño detalle. Si recuerda, los esfuerzos que ha realizado la nación por aumentar el nivel académico del país, han sido de un total registro patito, puesto que tanto el aprendizaje como los contenidos de las materias, han provocado un resago mayor que el que se tenía antes de las reformas educativas implementadas desde la década de los setenta del siglo pasado.
El pensar en invitar a todos estos niños a que dirjan en aula a quienes necesitan ser alfabetizados, resultaría como dejar que un deficiente visual guíe a un ciego; piénsenlo bien, un imberbe que nada conoce de las reglas de ortografía tratando de enseñar a otros que están peor que él (o ella). ¿Qué respondería a una pregunta sobre por qué debe escribirse "m" antes de "b"? ¿Podríamos confiar en que el sujetito en cuestión, averiguará posteriormente, si nunca en su corta vida fue capaz de agarrar un libro?
Yo creo que ya debe estar suave de querer protagonizar en el ámbito político, con propuestas fuera de la realidad nacional; ahora que, pudiera ser que sólo quisiera justificar el uso de un presupuesto que nada tiene que ver con el progreso de la nación o aprovechar que los ignorantes éstos, cobrarían una miseria. Vaya a saber. Hasta me dio sed, salud.
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