jueves, 5 de mayo de 2011

Todo mundo cambia

No fue un ardid mediático, ni siquiera dejar en suspenso mis planes para el futuro dos mil doce, pero he vuelto con todos los ímpetus de la juventud acumulada y la desfachatez de quien ha hecho del síndrome de Peter Pan un estilo de vida. La verdad fue un tropiezo con el horario al tratar de adaptarme al ingreso a trabajar nuevamente.
Eso sí, el recomienzo tuvo el dinamismo de un elefante pastando. Lo mismo que la semana anterior al estar a merced de las escaramusas reales, el inefable pastelote futbolero, la crónica de una beatificación anunciada y el inmensamente meritorio (no tengo idea de para quién) asesinato de Osama bin Laden.
Posiblemente, como es mi costumbre, esté condenándome por el escepticismo que infrinjo a todo lo que escucho; debido a ello me he llevado varios chascos, como las veces que he intentado predecir al futuro campeón del futbol nacional. La federación se ha encargado sistemáticamente de echar a perder todos mis pronósticos.
Lo que intentaré desde ahora, será guardar un prudente silencio y sólo asentar con la cabeza como si hubiera sabido desde el principio o estuviera de acuerdo con lo que sucede al rededor. ¡Chánclas! Creo que los días de ausencia me afectaron, éste no soy yo. Deben haberme clonado. Es alguien igualito a mí. Yo no soy capaz de decir tal cosa. Bueno, si en realidad soy otro, de cualquier manera, salud.

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