Previo a decidir qué hacer con el cambio de horario, me rasqué enfáticamente la nalga derecha; no lo hice sólo porque sea un "gag" cinematográfico, sino porque de verdad tenía comezón. Han querido venderme la idea de que en estas fechas se tiene acceso a una hora más de sueño, pero no me trago esa versión pues me pregunto, ¿y las horas que dejé de dormir en el horario de verano?
Debe ser que en estos meses tengo que aprovechar para recuperarlas, sin embargo, estaré muy cansado para pensar en invertir el "tiempo extra" en seguir durmiendo. No es que no se me antoje, pero mi espalda dice lo contrario y si no le hago caso, se comporta como una esposa regañona que requiere todo lo que necesita o desea para ayer.
Me levanté entonces y empecé a organizar las actividades que realizaré el día de hoy; no son muchas pero no debo olvidarlas porque en ello está que pueda cumplir con mis deberes de entre semana. Debería ya tomarla como una costumbre, pues esta vida de traslados previstos e imprevistos, me condiciona a tener las maletas hechas cual entrenador de fútbol.
Cuando le dije a Juan Elías Cordero que me gustaría tener una vida llena de viajes, no me refería a estar moviéndome en la misma cinta asfáltica, pero al menos se me cumplió en parte. Europa, Sudamérica, África, Asia y Oceanía (para que vean que sí me sé los continentes), tendrán que esperar a que tenga una vida más holgada y no dependa de un horario ajeno a mí. ¡Está fácil! Salud.
Beto.
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