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Christina Vargas y Melissa González, dos maneras de entender la "buenez". Foto: facebook |
La conceptualización exige ubicarse en un contexto definido y claro; no se puede calificar de igual manera dos situaciones aparentemente diferentes y menos si se trata de dos personas. Hace algún tiempo, trabajando para un colegio de monjas, en uno de los temas de ciencias sociales tuve la oportunidad de discutir sobre belleza femenina.
Para alguien como yo que no le importan las formas como una única manera de entender el universo, se puede decir que la belleza se manifiesta no sólo el lo físico, sino también en como se usa. Para entender mejor mi postura, en esa ocasión les pedí a mis pupilas que llevaran diferentes fotografías de lo que ellas consideraban una persona atractiva o bella.
La pregunta recurrente fue ¿qué veíamos los hombres en las mujeres? Debo sincerarme y aceptar que me pusieron a parir chayotes, pues aunque tengo muy claro qué es lo que a mí me gusta, no puedo decir tajantemente qué es lo que preferimos los hombres como género, así que hoce de tripas corazón y como pude, traté de exponer mi idea como si fuera algo general.
¿Cómo explicarle a una bola de adolescentes que lo que más nos llama la atención a algunos son las caderas y las nalgas y que kas piernas tienen un efecto mortal en nuestra libido? Máxime cuando a la mayoría de las preparatorianas que tenía en frente, por su genética, lo bien alimentadas y el ejercicio que hacían, presentaban precisamente esas zonas, que parecía concurso.
Entre tragos de saliva y la búsqueda de las palabras adecuadas para no caer en sugerencias fuera de lugar, terminé aclarando que no importa estar dentro de un estándar o ser parte del estereotipo de belleza impuesta por no-se-sabe-quién, sino que en lo que debemos enfocar nuestros esfuerzos es en sacar el mejor provecho de lo que somos. Quizá no las convencí, pero fue divertido. Salud.
Beto
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