lunes, 4 de enero de 2016

Tardado, pero con ganas

Por mucho que lo parezca, la carga
sí es pesada. Foto: Baer
Vuelto loco y con más de tres meses de ausencia, regreso a este espacio con (no voy a adornarme) los mismos bríos que cuando lo dejé de lado; peor que conste que no fue una decisión que haya tomado sin pensar en ustedes, mi docena de lectores (ya habían aumentado dos) de hecho, en nada pensé y me dejé llevar por las circunstancias del momento.
Propúseme entonces hacer mi mayor esfuerzo por mantenerme en un lugar que, ni me convencía ni me convenía, por salud mental, pero la necesidad es mucha y había que atorarle con patriótico desdén a mis básicos intereses. Es lo malo de haber nacido pobre, mantenido una vida austera, negar mis ímpetus pequeño-burgueses, pero gustarme las comodidades.
Lo bueno es que acumulé algunas cosas que pueden ser contadas y que iré desmenuzando en los próximos días; el anecdotario del melodrama sufridor nacional no parece tener fin. Lo menciono pues se habrán dado cuenta que, por mucho esfuerzo que hacemos todos, queda la sensación de que las fiestas (cualquiera de ellas) han ido desangelándose como cuando un árbol muda sus hojas en otoño.
Eso sí, más de alguno gozará de la presencia (real o virtual) de más de un entusiasta que manda buenas vibras y anima con frases -propias o no- a seguir en la brega para mantener conmemoraciones y esperanza. Y que, por horrendo que se presente el futuro, no cejan en su empeño de sacarnos, al menos, una sonrisa. Yo cuento con varios amigos así; a ellos, por todo lo que me desearon, les deseo el doble. Salud.
Beto (BdI)

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