En mis tiempos, Los Panchos sí eran machines. Foto: Baer |
El hecho de que hayamos aceptado, tropicalmente por fin, la supremacía femenina en varios de los escenarios de nuestra vida, nos abre a los machos una pléyade de posibilidades de victimizarnos que superarían la paciencia de Francisco de Asís y la capacidad de asombro de Francisco Bergoglio; eso sí, seríamos a la vez, objeto de escarnio y blanco del desprecio de Francisco Franco.
Y así, como esa aceptación de su superioridad, hemos cedido en terrenos que, en la década de los sesenta, hubiera sido impensable y hasta anticonstitucional ver a una mujer al mando, aunque ya mostraban un franco dominio, imagino táctico, con el cual ampliar su influencia, por ejemplo el magisterio, oficio creador de futuras generaciones de hombres de los cuales se quejarán las féminas.
Pero fue mucho antes de los sesenta en que empezaron a influir en las partidas de chamacos que, afanosos, se inventaban cada "pancho" por la imposibilidad de aprenderse las tablas de multiplicar o la negativa de hacer las tareas. Con ello, la sumisión cambió de manos y éstas también pintaron sus uñas en ámbitos donde supuestamente dominaba la testosterona ¿o no Paco Palencia?
No tengo una idea clara de cómo serán los futuros escenarios, lo que sí temo es que todo sea diametralmente al revés de como era cuando nací y los apocalípticos (que nunca faltan) citen pasajes de la Biblia para justificar sus sinrazones; por lo pronto, en este periodo de la humanidad, nos hemos conformado con observar el avance del reino de Francoise de la Sensualitè. Salud.
Beto
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