No anunciado, pero contubernio al fin

¿Tendría que ver el orden? Edición de foto:  Baer

Primer round de una puesta fársica donde imperó la indefinición generalizada, al momento de contestar las preguntas que se les propusieron; lo más cercano a la certidumbre, fue el acercamiento a planes que hemos venido escuchando desde hace más de dos décadas, pero ninguno se arriesgó a decir cómo le iba a hacer; eso sí, los ataques estuvieron a la orden.

En mi muy pobre entendimiento, ninguno de los contendientes ofrecen las garantías suficientes como para tener ya una decisión sobre quien votar, a menos que se tenga la esperanza de que desde el gobierno nos van a mantener, que la inseguridad se erradique con una automutilación, que el pasado histórico se borre sin más, que ya no será el ejecutivo, comparsa de los ordenamientos emitidos desde la partidocracia...

Y los deseos pueden estar escritos en piedra y como ella, no se van a mover. Si acaso yo entendiera de teorías de conspiración, afirmaría que López Obrador se presentó como el parapeto del gobierno para justificar la ausencia de candidatos viables y cuyo cometido es servir de villano para que cualquier otro nos parezca mejor. Si no, ¿por qué el encono en su contra?

Con esto no quiero decir que él sea el bueno, sino que no deba extrañarnos que vuelva a salir son su batea de babas (aunque ya empezó con afirmaciones declaradamente contradictorias) de que le hicieron fraude, que tiene las pruebas y nunca las muestre, como ha sido su quehacer en los comicios anteriores. Anoche demostró que sólo está preparado para repetir sus slogans de campaña.

Y si de verdad creyera en las teorías conspiracionistas, dudaría de que fue arbitraria la colocación de los candidatos en el podio con Anaya en el centro (quien además parecía el que estaba más a gusto) Zavala y Meade a su derecha y López y el Bronco a su izquierda. ¿Acaso un vaticinio de que visualmente ya está destinado el ejercicio del poder? Salud.

Beto