Un buen recorrido y un buen recuerdo. Foto: BAER |
El amanecer lluvioso me trajo de golpe el recuerdo de una mañana leonesa, de ésas que defino como ¡sabrosas! Húmeda al igual que hoy y casi por la misma hora en que escribo esto, los pasos que dirigía hacia la universidad eran acompañados por los acordes de Africa, canción compuesta e interpretado por Toto allá por 1983; ya tenía bien medidos los tiempos, así que caminar por las calles de la ciudad que me albergó por casi veinte años, me resultaba sumamente sencillo y por demás, disfrutable.
Si piensan mis diez fieles lectores que éste es un escrito sobre lo mucho que extraño León, se equivocan, en realidad esa mañana fue la primera en la que me di cuenta de que había tomado un rumbo, que tenía que tomar decisiones que afectarían sólo a mi persona, que por lo que optara, nada tenía que ver con influencias externas superiores a mis fuerzas... que no habría nadie a quien echarle la culpa de mis decisiones. Todo ese pensamiento pasó tan rápido que casi sucumbo al síndrome del Jamaicón.
Pero me sobrepuse a las voces casi chillonas de Steve Lukather, David Paich y Joseph Williams de cuyas gargantas salían las frases “... Hurry boy it’s waiting there for you. It’s gonna take a lot to drag me away from you, there’s nothing that a hundred men or more could ever do, I bless the rain down in Africa, gonna take some time to do the things we never had...”. Quizá nada tenía que ver con el momento o el caminar por calzada de Los Héroes frente a la Quinta La Martinica.
Es posible que la única coincidencia hayan sido los charcos en la banqueta pero, esto es sólo una posibilidad, la música haya tenido el toque , que los eruditos en el tema dicen que tiene, para hacernos sentir el despertar de sentimientos que creemos dormidos o inexistentes. Recuerdo que llegué a clase luciendo un ojo Remi y mientras guardaba el walkman en mi portafolio, Luz del Tepeyac se me quedó mirando como queriendo preguntar “qué tienes” pero esas palabras no salieron de su boca.
Después de recordar ese pasaje, otras imágenes quisieron tomar turno, pero no lo permití, quise mantener por un buen rato el que, posiblemente, haya sido el primer sentimiento puro que haya tenido en mi vida, al menos así quiero verlo porque, al contrario de otros, cada vez que lo retomo, siento exactamente lo mismo, de la misma manera y con la misma intensidad. La soledad puede traer consigo cosas muy buenas en las cuales reflexionar, que ayuden a crecer, en ocasiones. Salud.
Beto
Salud.
ResponderEliminarEsos momentos que nunca volveran pero que inevitablemente por alguna circunstancia vuelven a nuestra memoria.