lunes, 13 de julio de 2020

Viajar sin provecho

Batalla de moros vs cristianos. Foto: Carolina Velázquez
Los viajes inútiles han sido el tema para algunos durante la semana pasada; intenté recordar alguno en el que su servidor no haya sacado provecho y, por fortuna, hasta en los que me vi forzado a participar tuve algo de diversión, pues no necesariamente se deben disfrutar de la misma manera ni se obtiene la misma ganancia. Hubo desde los que me sirvieron para descubrir habilidades que no tenía contempladas en mi persona ni en los demás, otros con los que conocí lugares y costumbres y el resto, para poder interiorizar sobre lo que deseaba hacer pero que coincidiera con el lugar en el que estaba.
Ah, porque los hubo también que me hacían desear estar en otro lado, aunque no porque el viaje en sí fuera malo, todo lo contrario, sino que pensaba que por lo que sentía, podría haberlo compartido con alguien más en un lugar distinto. Aquí debo insertar el para qué estaba realizando ese viaje; descartando las vacaciones, por su evidente intención, en casi todos los que intenté intercambiar, vender, comprar o averiguar algo, logré el propósito, excepto la vez que quise hacer mi tesis de licenciatura sobre una expresión cultural del estado y tal proyecto no cuajó.
En una de esas intermitentes noches de insomnio que me asaltaban en las penumbras leonesas del ya lejano mil novecientos ochenta y siete, más o menos, después de haber abortado una o dos ideas, documentar la fiesta de San Miguel Arcángel en San Felipe Torres Mochas, parecía digno del subsistema que había elegido: Cultura Mexicana. Eso les explicará el porqué me meto en embrollos con la identidad y esas cosas, el caso es que me levanté en la mañana decidido a realizar lo que había pensado, sin imaginar cómo debía hacerlo. De alguna manera convencí a dos de mis amigos a que me acompañaran.
Y no sólo eso, también les vendí la idea de que hiciéramos la tesis juntos; no recuerdo qué argumentos usé, el caso es que hasta la universidad me prestó el equipo de grabación, así enfilamos en dos carros a San Felipe, lo que no recuerdo es cómo viajamos siete si el plan era entre tres, lo curioso es que ninguno de ellos eran la márgaras (Ábrego y Ortega) ni Miguel Mojica, con quienes conformaba el subsistema y hubiera sido lo más lógico lo cual ya no importa. Fuera de lo divertido que fue, por supuesto la tesis comunal no vio la luz, pero guardo fotos y una grabación por recuperar, espero. Salud.
Beto

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