lunes, 31 de mayo de 2021

Una vacunación digna de final

¿Qué se dará primero, la cuarta de Tigres
o la segunda de Chivas? Foto: BAER

Final de mes y final del fútbol mexicano que promete buen espectáculo; estoy alistando mi dotación de palomitas con agua de limón por la restricción prevaleciente en mi condición médica... ¿qué? ¿Qué ya se jugó? ¡Qué va! Yo me refiero a la que sí se juega de verdad, la femenil. Imagino que Katy Martínez se destapará con un gol igual que Alicia Cervantes; lo bueno de no tener un equipo favorito es que se puede disfrutar de los juegos en plenitud sin angustias ni crudas morales al día siguiente, lo que me recuerda que de la misma manera lo haré con los juegos de voleibol en los Olímpicos del año pasado que se juegan en éste, lo bueno es que serán en la misma sede.

Por fortuna, la jornada de vacunación no fue la odisea que me imaginé todos estos días y si no hubiera sido por mi descuido al no sacar la impresión del registro, todo hubiera sido perfecto; éramos un montón de jóvenes del quinto piso, pero la organización permitió la fluidez suficiente para que el trámite no durara más allá de la media hora, aunque la aplicación de la dosis no representó ni treinta segundos. Al parecer los ensayos rindieron frutos, lo malo es que los hicieron con la gente mayor, posiblemente porque supusieron que no protestarían. Por lo pronto, habrá que esperar que la segunda dosis sea más ágil una vez que ya tienen el camino andado y, aunque la situación no cambiará radicalmente, es un aliciente estar vacunado.

¡Y vaya que lo es! Desde que desperté, mi único pensamiento era estar listo para no andar a las carreras, así que los preparativos se impusieron  por sobre el hambre que me suele dar temprano y me metí a bañar suponiendo que con ello se espantaría la somnolencia; en seguida repasé mentalmente cómo iría vestido, en dónde había puesto el portafolio con los papeles, tomar las llaves del llavero pegado a la pared, en fin, cada cosa que requería para cumplir con el trámite. Antes de enfilarme a la casa de mi hermano, revisé que las ventanas estuvieran cerradas, que la cama quedara bien tendida y que en las puertas estuvieran puestas las protecciones.

Me dio gusto que afuera no hiciera tanto calor aunque, de cualquier manera, había salido con suficiente tiempo para no tener que acelerar el paso y llegar sudando; consideré esa misma hora para retomar las caminatas matutinas pues la calle se veía muy tranquila, incluso el señor que circulaba en bicicleta en sentido contrario a mí, se veía muy quitado de la pena, lo que percibí perfectamente porque el muy inconsciente no llevaba puesto su cubre.. ¡Ah caray! Tampoco yo. Adiós planeación, adiós tranquilidad matutina y ahí voy de regreso; con razón sentía que podía respirar muy bien, a partir de ese momento, a sudar para no llegar tarde. Salud.

Beto

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