lunes, 31 de enero de 2022

La inmediatez de la producción

Además de la responsabilidad, hay que estar
atentos a la vigencia. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- No desaparecerá el intermediarismo, simplemente tendrá que adaptarse a una etapa de ejercicio irrestricto de la libertad para escoger los contenidos a consumir; más manos estarán presentes en la distribución de las producciones radiofónicas y televisivas sin importar que éstas sean hechas por profesionales o aficionados. La visión sobre lo que deben ser los programas sufrirá tantos cambios como propietarios de equipos haya, sin embargo, también seguirá una etapa de regularización pero no de autoridades, sino de los mismos consumidores que lograrán establecer para sí mismos, restricciones más allá del simple gusto. No será la prohibición por una autoridad jerárquica, sino por los criterios que surjan de la utilidad en un ejercicio simple de oferta y demanda.

Sin ignorar que habrá caídos en el proceso, tendremos que entender que por selección natural, la fuerza e impacto de un mensaje se mantendrán en una misma forma de emisión hasta que comiencen a ser vergonzosos para alguna de las partes del circuito comunicacional, algo como lo que sucede con el uso de la moda. Las excepciones se mantendrán por largo tiempo, mientras la jovialidad les dé para mantener un estilo desparpajado adecuado por supuesto, tanto a la edad del auditorio como del emisor; es muy difícil replicar el efecto Chabelo, que de ello pueden dar testimonio Xuxa o Tatiana las cuales basan su éxito con el público infantil en gran medida en la imagen aniñada que proyectan, la que por razones naturales, se perderá.

El antiguo adagio que afirma que a las palabras se las lleve el viento, dejó su sentencia en aquellos tiempos en que no había manera de documentar lo que se decía en forma sonora; con la aparición de los sistemas de grabación, las palabras pueden ser atrapadas y, aunque por un tiempo el hacerlo fue el privilegio de unos cuantos -profesionales o no- ahora cualquiera con un equipo móvil medianamente decente, puede capturar imagen y sonido en cualquier circunstancia, ya sea para su uso personal privado o para su exhibición pública en las redes sociales, lo que nos convierte a todos en potenciales productores de radio o televisión, con un código ético indefinido aunque quizás en proceso de implementación, en un tiempo también indefinido.

Hay un riesgo importante en el acceso libre a la producción y distribución de contenidos, además de la baja calidad por la premura de la cantidad, esto es la descontextualización de la información que podría pasar de ser involuntaria a volverse un arma de desestabilización. Hay ejemplos que han tenido que ver con la violencia, las elecciones y, últimamente, la pandemia. No se necesita estudiar comunicación o periodismo para entender que, si hay el interés de producir contenidos, éstos sean verificables en fuentes fidedignas, lo mismo para los consumidores de información. La utilidad de ellos será responsabilidad de cada individuo; en estos tiempos, además de la contingencia en materia de salud, estamos viviendo los escarceos de una guerra informática. De ciencia ficción. Salud.

Beto

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