lunes, 2 de mayo de 2022

La salud mental y el sentido común

El loco todo lo ve distinto pero
nunca errado. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Sigo pensando que en el Español no existen palabras cien por ciento sinónimas y, si eso es ciento, entonces no puede haber dos conceptos iguales dada la complejidad de muchos de ellos; podría decirse que su similitud es directamente proporcional a la profundidad de pensamiento que ostentan. Eso sí, entre dos conceptos podría ser uno consecuencia del otro, lo que significaría cierta dependencia si se les razona cuidadosamente. Ser sano, por desgracia, no es un término absoluto, ya que es un concepto que juega con generalidades médicas y particularidades culturales y de costumbre, todas adaptables al medio que nos rodea y que, para su continuación, dependen de la manera en que se enseñen y los esquemas mentales que nos fabriquemos al aprenderlos.

Medimos la normalidad por la media del comportamiento, según sea lo más parecido al del grupo; desde gesticulaciones hasta la vestimenta pasan por un rasero impuesto desde varias perspectivas que tienen que ver con la oportunidad, la utilidad y el lucimiento. Los gestos nos visten y encubren intenciones, la vestimenta... ¡oh, casualidad! El más mínimo descuido en su uso, pone en entredicho nuestra cordura a menos que cobremos por hacerlo; cómicos, payasos y actores sabrán a qué me refiero. Por supuesto, hay márgenes de tolerancia donde se pueden identificar distintas normalidades por etnia, fama, status o práctica laboral que caen, en algunos casos, en el área intermedia de la excentricidad, por la posibilidad de que cualquiera pueda acceder a ella.

Como indicativos de la salud mental, la mesura los pone en relieve y su socialización los limita; una parte de nuestra elección del vestido o de los gestos que usaremos es saber si “nos quedan bien” que tiene como trasfondo si seríamos aceptados por los demás en las situaciones particulares que tengamos en el día, la elaboración de ese pensamiento corresponde al sentido común. Negociable de todas maneras e influido por la formación de mayorías, el buen juicio -dicho de otra manera- es una especie de membresía que nos permite deambular confiados en la aceptación grupal y que esa confianza se reflejará hacia nosotros cuando sea necesario. El resultado final de todo lo anterior es sabernos productivos y útiles en la conformación social.

La contraparte que es la locura (un término que salió casi por completo de los aceptados por la medicina, la psiquiatría y la psicología) viene a cubrir un área que no contemplamos entre la cordura y la excentricidad, zona pantanosa que la ambigüedad ha hecho de su propiedad arrastrándola, a veces, hasta la comicidad. El loco tiene un lugar especial en el inconsciente colectivo, pues lo mismo inspira terror que admiración y tiene la ventaja sobre los demás de que prevalece por más tiempo en la memoria grupal. Se vuelve icono, algunos crean su propia leyenda; el loco estará presente más allá de la aspiración del héroe porque éste sólo tiene un camino por recorrer, la locura provee de más variadas alternativas. Salud.

Beto

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