lunes, 8 de agosto de 2022

Secuestrados sin rescate

El cuento del lobo lo tenemos aprendido, pero
lo consideramos eso, un cuento. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- La idea de un castigo por mal comportamiento ha ido diluyéndose porque nos hemos vuelto demasiado permisivos como sociedad; la casa, como el laboratorio que es, se ha transformado en incubadora de seres indolentes que poco les importa el desarrollo social a la vez que se disculpan con “mientras no me pase, nada interesa”. En una de sus más grandes expresiones, la corrupción se manifiesta en el sistema penitenciario nacional, en cuyo nombre presume una readaptación que, de hecho, está muy lejos de lograrse, dando como resultado una universalización del delito como forma de vida normalizada. Para completar el cuadro, la impunidad está avalada desde el discurso oficial con el argumento de que los delincuentes también son humanos, pero no queda claro qué hay de los derechos.

Al parecer de ellos gozan sólo los victimarios, pues en el estado de Puebla salió a la luz la construcción de ciento cuatro cuartos equipados hasta con gimnasios en el penal de San Miguel, a la disposición de quien pudiera pagar la renta, administrados por los mismos reos en un claro ejemplo de la ausencia en la aplicación de la ley. Según la página de noticias Publímetro, dichos departamentos ya fueron demolidos, pero quedan muchas dudas por resolver que según el secretario de Seguridad Pública del Ayuntamiento Municipal, Daniel Cruces Luna, quedarán resueltas a la brevedad, indicando además que la construcción de esas instalaciones llevó décadas sin que se le pusiera un alto a pesar de las recomendaciones hechas al respecto en administraciones pasadas.

Las historias de comercio, prebendas y los lujos derivados de actividades tan ilegales dentro como fuera de los penales, aparecen en gran escala a lo largo de la historia del México independiente, pero el que pase cotidianamente no lo hace comprensible ni mucho menos aceptable, panorama que hace del encarcelamiento un periodo vacacional para delincuentes que puedan pagar por estar adentro sin que se les moleste, mientras a la población “libre” se le extorsiona de formas legales e ilegales cuyos representantes juegan en ambos lados. Hay ladrones uniformados y mafias procurando justicia; los costos han sido catastróficos pero no deseamos entender que si de verdad quisiéramos componer nuestra situación, deberíamos pasar un proceso de parto muy doloroso más un periodo de convalecencia traumático, pero sanadores ambos.

Estamos secuestrados en nuestra propia casa, ahora ya de manera violenta, con la incertidumbre como la dinámica social primaria, la confianza en las instituciones se extingue por la ineficacia que muestran desde su esencia pues deberían procurar salud y seguridad y no lo hacen, eso sí, son pródigos en pretextos y prestos a victimar a quien sea, a la más mínima provocación; nos repetimos todos los días que nadie hay que venga a poner orden en un claro intento de mantener esperanzas mesiánicas sin aceptar que ese pensamiento “mágico” ha servido para nada. A ningún país le interesa venir a salvarnos, a nadie de aquí dentro le importa la suerte de los demás que no sean los suyos, mucho menos convertirse en mártires, pero ¿qué hay de la asociación? Un sueño guajiro. Salud.

Beto

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