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De flor a flor, Flor Morena. Foto: BAER |
No he tenido la oportunidad de conocer personalmente al administrador o dueño del lugar, pero sí podría asegurar que, desde algún lugar estratégico, está al pendiente de que todo funcione a la perfección, evidenciado en los tiempos que invierten desde levantar la orden, hasta entregar el platillo. Hay un aire de sobriedad que para nada está peleado con el ambiente general, es decir, la dinámica de los meseros no interfiere con los motivos de los comensales y éstos tampoco obstruyen el ritmo del servicio en ninguna forma, lo que hace de cada visita un motivo para regresar. Eso y el aroma a café recién tostado en la máquina que puede verse a través de la puerta de vidrio que da al patiecito donde la emplazaron.
El boulevard Reforma es atractivo en tramos ya que su vocación varía desde la atención médica hasta la proveeduría de implementos para la construcción o la limpieza, pasando por la confección de ropa, las farmacias, algunos puestos ambulantes y por supuesto, establecimientos de comida, en un eclecticismo que los habitantes de los antiguos poblados prehispánicos no entenderían. Es dentro de esta distribución donde Flor Morena ha sentado sus reales y con paso seguro se ha ido posicionando en la mente de un público seleccionado por su propio paladar, gustoso por el toque casero que también ellos imprimen en cada uno de sus platillos, sin que esto sea una condición automática para decir que por eso su comida es buena, realmente tienen buen sazón.
Llegar no es difícil y aún no tienen problemas de estacionamiento, quizá sea porque su clientela fluye constantemente a lo largo del tiempo de atención; esto es importante pues nos evita el estresarnos por no encontrar lugar donde dejar el carro y si se llega en camión, a tan sólo una cuadra está la parada de la ruta seis. Ser atendido en Flor Morena, es gozar de un espacio propio a pesar de compartirlo con otras personas, de tener al alcance la experiencia gastronómica de un platillo con buen sabor, de un aislamiento de las turbulencias a las que nos somete la cotidianidad con todas las presiones que eso conlleva. La constante tiene una manera de manifestarse en ese lugar, está revestida de juventud y se hace llamar cordialidad. Salud.
Beto
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