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Realmente podemos comunicarnos en varios lenguajes. Foto: BAER |
Habría que adjuntar mi obcecación a ser llamado comunicólogo y no comunicador, nada más, puesto que creo que el análisis de la información es una herramienta que nos diferencia totalmente; para ello, cada profesional del análisis de datos tendría su propio método, yo me inclino por el que tiene tintes cinematográficos que heredé parcialmente del licenciado Padilla en el corto tiempo en el que tuve la suerte de colaborar con él. Esa práctica redondeó el esquema de pensamiento que después utilicé en las clases y que ahora aprovecho para cuando debo explicar algún fenómeno social. Muchos otros recuerdos vienen a mi mente, como el día del examen profesional en el que los nervios me hacían casi temblar a pesar de que ya había visto dos anteriormente.
Por supuesto, ni se parecían los temas ni los espacios fueron los mismos, lo que me dio gusto fue que pude atestiguar al fin de un ciclo de dos de mis compañeros de la carrera. Hace veintisiete años que ostento el título de licenciado en Comunicación y, aunque la transición desde la pasantía no fue lo mágico que imaginaba desde que estudiaba la secundaria (tiempo en el que ni siquiera sabía qué iba a estudiar) sí he tenido la oportunidad de atestiguar los cambios de pensamiento que han tenido las personas que conforman mis círculos sociales, de los cuales sólo puedo sentir fascinación por los procesos aunque no concuerde del todo con sus juicios, pero las coincidencias compensan cualquier discrepancia que pudiera existir entre lo que opinamos.
Mi vida laboral ha saltado de un lugar a otro en trabajos que nada tienen que ver unos con los demás, aunque la mayoría sean del mismo rubro, lo que me alivia porque podría presumir que un comunicólogo cabe donde sea aunque no se especialice en un tema particular (o gracias a eso precisamente), siempre dije, después de haber egresado, que estudié la mejor carrera del mundo, pues me permite apreciar (y a veces entender) lo mejor de todas las demás y las que estén por inventarse, la ventaja estriba en que podamos leer en varios lenguajes e imitar los formatos para responder de manera coherente. Es posible que nuestros maestros no hayan medido el alcance de sus enseñanzas, pero nosotros sí el de su aplicación. Salud.
Beto
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