lunes, 22 de abril de 2024

No es la carga, son los filos

Voy volando, no desesperen. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Cuando empezamos a tener conciencia de nuestra propia existencia (en mi caso fue la semana pasada), nos damos cuenta de que hay cosas que, por definición y sentido común están mal, al menos si tenemos clara la diferencia entre compartir y abusar; los ejemplos de cada uno abundan en la vida cotidiana y, como buen pueblo bizarro, somos capaces de abusar compartiendo o de compartir el abuso, cualquiera que se dé primero. Todos entendemos seguramente a lo que intento hacer referencia pues, como dice la sabiduría popular el «camino al infierno está adoquinado con buenas intenciones», así entonces, el juicio con el que valoramos nuestras acciones a veces se nubla por lo contradictorio de la vida misma en este país, un sistema que promulga la libertad estando presos y siendo los custodios los delincuentes.

Otra sentencia popular nos indica que «para bailar tango hacen falta dos», lo que nos da a entender que lo que nos pasa como individuos o como sociedad tiene la intervención directa o indirecta de todos y cada uno de nosotros; obviamente cada uno por nuestra cuenta, no vamos a solucionar los problemas del mundo, sin embargo, tampoco estamos conscientes ni dispuestos a asociarnos para mejorar las cosas, al menos no hasta que suceda una tragedia, pero estamos mal acostumbrados a reaccionar a las emergencias nada más, ya sea por un extraño y retorcido sentido de la solidaridad eventual o por mantener nuestra imagen telenovelera y melodramática de ser las históricas víctimas de la fatalidad originada por el abuso de los invasores.

Por lo que sea, sólo nos unimos en la tragedia sin tomar en cuenta que eso es lo que vivimos a diario, la solidaridad fue sólo un slogan de campaña en el sexenio de Salinas, curiosamente también basado en las dádivas a los sectores más pobres pero manteniéndolos dependientes de los programas gubernamentales, es decir, se cambian los colores pero las mañas son las mismas; si analizamos los formatos en los que nos movemos a diario, todo está diseñado para mantenernos angustiados con una serie de trámites interminables que nada aportan al desarrollo económico, al aprendizaje o a la tranquilidad de una población que se a resignado a conformarse con leves lapsos de solaz, para los que logran mantener la cordura y de embrutecimiento para los que no.

Como integrante de las nuevas huestes del ejército de pensionados, me queda el temor de que cualquiera que sea el ejecutivo, vaya a salirnos con que no hay dinero para pagarnos y aquí entra mi inefable sospechosismo, ¿el retardar las vacunas habrá sido la parte de un plan macabro para disminuir la carga que significa, financieramente hablando, ese sistema de pensiones? Tendría sentido si pensamos que las nuevas enfermedades combinadas con la epidemia de obesidad en la que estamos inmersos, pueden provocar una serie importante de decesos que le quitarían lo oneroso al país, lo cual tampoco es bueno porque eso daría oportunidad a algunos representantes gubernamentales a quedarse con ese dinero; mal pensado que es uno. Salud.

Beto

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