lunes, 24 de junio de 2024

De la libertad de expresión

Y eso que no estoy contando
con las peregrinaciones. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- El pasado 20 de abril, después de una caminata por ambos pasillos de la XIII Feria del Libro de Irapuato, la licenciada Rodríguez y yo fuimos testigos de una marcha -relativamente pequeña- sobre la calle Guerrero cuyo motivo a la vista era «festejar» el orgullo gay -cualquier cosa que eso sea-, era un contingente relativamente pequeño como ya mencioné pero que mereció ser custodiado por dos patrullas de la policía municipal, una a la vanguardia y la otra a la retaguardia evitando que el tráfico entrara en la calle a la altura de Torres Landa. No nos aseguramos si era la fecha que les correspondía para manifestarse o si sólo fue una ocurrencia de alguien sin quehacer, el caso es que el ejercicio de su derecho desquició la circulación de los vehículos rumbo al centro de la ciudad sin previo aviso.

Bueno, no era que debieran llamarme para notificarme de tal evento pero creo que si existe un departamento de comunicación social municipal, ese tipo de información debería estar a su cargo, dado que a muchos nos tomó por sorpresa; ni buena ni mala he de decir, pero por muy organizado que esté un evento, si no toma en cuenta en su logística el avisar a la población sobre la afectación de la cual será objeto, se puede tomar como una acción agresiva, inoportuna e inútil, ya que no tuvimos el contexto ni la razón de cerrar uno de los principales accesos al centro de la ciudad y bueno, el problema radica en que no tenemos muchas calles que desfoguen el tránsito vehicular como para considerar un cierre como cosa mínima en ninguna fecha ni hora.

Ahora bien, ¿en qué ayudó esa especie de carnaval que protagonizaron esos impulsores del orgullo gay? ¿Debían recordarnos su existencia? No lo creo, ahora los vemos por todos lados, principalmente en los medios de información audiovisual ya que, «obedientes» a las ideas de inclusión parece que debe haber uno a la fuerza en cada programa. Lo triste del caso es que se les incluya por decreto y no por talento, lo digo ya que por desgracia, se mantiene la imagen marginal por encima de las bondades y potencialidades de su producción, es decir, si recordamos cintas como «Rocketman», «Bohemian rhapsody», «Capote», en las que las obras de los protagonistas pasan a segundo término por aferrarse a mostrar sus problemas y desventuras por el hecho de ser homosexuales.

¿Acaso la premisa es que eran talentosos por la forma en que expresaban su sexualidad? ¿O el talento los orilló a la preferencia de su mismo sexo? Si eso hubiera sido, el valor de lo que hicieron caería, pues eso implicaría que cualquiera, declarándose gay se volvería talentoso. No creo que sea así, creo que el talento fluye independientemente de las preferencias y de qué manera se manifiestan éstas; hay y debe haber siempre la libertad de expresar el pensamiento pero ojalá con un sentido más productivo y al alcance del entendimiento de todos porque si ya como «normales» tenemos un sinfín de broncas psicológicas tanto en lo individual como en lo social, imaginemos con lo que debemos cargar todos por las decisiones de unos cuantos. Salud.

Beto

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