lunes, 10 de junio de 2024

De rapiña

Nos repondremos para... ¿qué? Foto: BAER

Irapuato, Gto.- El casco de Santo Tomás amanece acicalándose las heridas dejadas por el halconazo de 1971, las voces de los estudiantes politécnicos, apagadas por más de cinco décadas se toman un día para recordarnos que hemos dejado que nos encarcelen en un miedo atroz perpetrado por una parte de nosotros mismos. Los ideales y las consignas se archivaron para un mejor momento que se resigna a nunca aparecer; la sociedad, representada en esa segunda ocasión en grupos estudiantiles, midió sus fuerzas con el gobierno mostrando el hartazgo por la discrecionalidad con la que generalmente se conduce éste, la reacción violenta es comprensible pero nunca justificable puesto que desde siempre, ha perdido la dimensión de su papel en el concierto nacional auto percibiéndose como los dueños del país.

Conmemorar esta fecha de ninguna manera es cómodo, ni siquiera presumible dado que no fue un enfrentamiento entre iguales, ni siquiera con el mismo lenguaje, dos irracionales miedos se cruzaron, uno injustificado emanado desde la ignorancia y el otro con la memoria fresca de lo ocurrido tres años atrás. La perpetración de dos acontecimientos semejantes por el mismo sujeto, no dejó dudas en la opinión pública de que estábamos inmersos en un régimen dictatorial disfrazado de democracia, soportado en sus cimientos por una práctica a la que se le ha condenado de dientes para afuera, dado que de hacerlo en serio, sería firmar una sentencia de muerte y para comprobarlo, basta con revisar la lista de periodistas muertos por exponer a alguna autoridad.

Los movimientos sociales se sepultaron en las selvas con Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, ya sólo se recuerdan en las coplas cantadas por Óscar Chávez y Chabela Vargas; el nuestro, es un país que adolece, que no ha visto un panorama halagüeño desde su nominal liberación de la metrópoli española o de la francesa o de la norteamericana, que para buscar culpables en el extranjero nos pintamos solos; la verdad es que si a ladrones vamos, los tenemos en el interior del país, pues suponemos que mediante el voto contratamos a especialistas que conduzcan nuestros destinos cuando en realidad, estamos secuestrados por policías, ejército y delincuencia por igual, lo peor del caso es que es de manera legal avalada por los verdaderos traidores a la patria que son los legisladores.

Debo aceptar que no es muy digno de crédito el generalizar de esa manera, tiene que haber diputados y senadores honestos, pero en estos días parece misión imposible dar con uno de ellos, todos tenemos la idea de que llegar a esos vuelos no es de gratis ni nada más el resultado de haber ganado el concurso de popularidad en que hemos convertido a los comicios; en esta ocasión han cambiado algunos «plumajes» pero el hambre de poder es la misma en todos lo cual se nota porque algunos de ellos van por su tercer intento de agarrar hueso y de los que perdieron, seguramente irán por otro en el siguiente periodo. Lo que nos queda es estar atentos a lo que harán en los presentes ejercicios lectivos, orando por que sus ocurrencias no vayan a despedazar lo que queda del país. Salud.

Beto

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