lunes, 8 de julio de 2024

Efectos de la sobre información

La mejor defensa contra la infodemia
es tener un cerebro fuerte. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Es un chiste contado allá por 1988, un niño pequeño le pregunta a su abuelita qué es pene, la anciana mujer, fiel a su idea de que habría que atender lo mejor posible a las visitas y haciendo uso de sus habilidades didácticas, le dio al chamaco toda una cátedra sobre el órgano reproductor masculino; al ver la expresión totalmente fuera de contexto de su nieto, la mujer paró su perorata y preguntó al pequeño la causa de su duda, a lo cual éste le contestó: «es que la otra noche tú dijiste que íbamos a rezar para que el alma de mi abuelito no pene»; evidentemente el chiste nos causa gracia porque es cierto y suceden las confusiones en muy diversas formas, generalmente cuando la información es demasiada para ser procesada en muy poco tiempo o con muy pocas referencias.

Si la confusión no fuera suficiente, también encontramos a la ignorancia activa (si se me permite el término) que significa que más que decidir qué es lo que vamos a consumir, trataremos de alejarnos lo más posible para que no nos «afecte». Es decir, ignorar no nos hace inmunes a la información, pues ésta nos llegará por otros medios, por ejemplo, el comportamiento social; no faltará el alma caritativa que, apiadándose de nuestra ignorancia, nos mantendrá al tanto de lo que sucede en el entorno. Además, leer es un reflejo, no podemos evitarlo, en cuanto percibimos letras, leemos, especialmente los anuncios pequeños como los nombres de los negocios, los señalamientos de las calles, anuncios publicitarios y hasta los encabezados de los periódicos.

Si ahora nos referimos al estómago y los intestinos como el segundo cerebro, quizá podamos decir que la sobre información nos produce «indigestión cerebral», habrá mensajes que se atoren en el hipocampo provocando que la generación de recuerdos se vuelva algo torpe, lo que a su vez, interfiere en nuestro aprendizaje o a un bajo control de nuestras emociones. Eso explicaría la relación entre la saturación publicitaria y las compras compulsivas, claro está, si la exposición no es crítica, es decir, que no cuestionemos lo que percibimos, sí es comprensible que el estar frente a los mensajes «nos obliguen» a comprar lo que anuncian. No tengo idea se sea también comparable a una adicción o que los «antojos» por adquirir ciertos artículos respondan a ciertos intereses.

Los síntomas de estar sobre informados, a reserva de encontrar un listado más adecuado, podrían observarse en altos niveles de ansiedad, depresión, estrés, disfuncionalidad para tomar decisiones sensatas, en el grado extremo, quien está expuesto tiende a desconectarse casi por completo de lo acontecido en su entorno volviéndolo indolente. Aunque se habla de infoxicación o infodemia en torno a los medios electrónicos en general y a los equipos móviles en particular, la verdad es que la sobre información se ha dado en todas las épocas, piensen en el terrorismo ilustrado de Maximilien Françoise Marie Isidore de Robespierre, la diferencia es que ahora la práctica es más continua, así que deberíamos pensar en una pausa. Salud.

Beto

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