Firmes ¡ya! Foto: BAER |
Ya hemos tenido una muestra de lo que la necedad con poder puede ser capaz, precedido de una gran serie de periodos igualmente nefastos (de diferentes maneras), ya sabemos lo que debemos hacer y la legalidad lo permite, ahora habrá que estar seguros si queremos enfrascarnos en esa responsabilidad. Tradicionalmente no lo hemos hecho y soportamos toda una serie de anomalías e injusticias que solemos atacar sólo cuando se presentan a nivel personal; la desigualdad, la violencia, el latrocinio en general sólo nos indigna hasta la resignación, algo que es comprensible puesto que podemos deambular en solitario, procurando no caer en las garras de la delincuencia o de las autoridades que, se supone, deberían combatir a aquella, pero todos entendemos y tenemos por cierto, que tanto las policías como los delincuentes responden y actúan bajo las órdenes de un mismo patrón tan normalizado que parece invisible.
En estas circunstancias, el sentido patriótico languidece porque es difícil imaginar una vida estable en un país donde las garantías individuales parecen más un adorno que la legislación que nos protege de la violencia rampante y la inseguridad perpetua; el orgullo de ser mexicano no ha tenido una etapa más cuestionable que la actual que abarca al menos cuarenta años, será porque antes no se podía opinar abiertamente so pena de encarcelamiento en el castillo negro de Lecumberri y ésa era una buena manera de mostrar interés, tanto por parte de los que escribían como de los que leíamos esos escritos; en sus últimos años, Germán Dehesa se encargó de señalar con humor, las anomalías con las que se pretendía gobernar a un país de más de ciento veinte millones de habitantes, desde ese tiempo parece que la situación sólo ha empeorado, los resagos en educación y salud se acentúan, la economía parece un simulacro de reparto agrario y...
Al igual que con la tierra, el dinero llega a cuenta gotas para quienes verdaderamente lo necesitan, no hay maneras legales seguras de hacerlo producir y las ilegales son más inseguras todavía; las primeras son lentas, muy lentas, al grado de que podría pasar toda la vida sin que se vieran progresos significativos; las segundas, rápidas, mucho, con el riesgo de que en el corto plazo no se pudieran disfrutar de las ganancias. Aún pareciera que la decisión es fácil desde cualquiera de las dos perspectivas, la honestidad nos promete vivir más tiempo, pero ¿en qué condiciones? La deshonestidad, la riqueza fácil y rápida, pero ¿a qué costo? La única manera en que en ambas perspectivas se pudiera tener tranquilidad sería teniendo mucho dinero, pero no todos podemos tenerlo y quien sí, debe invertir en seguridad personal pues se supone, sería víctima de quienes no lo tienen. Las contradicciones del capitalismo se acentúan cuando éste es dependiente, como el nuestro. Salud.
Beto
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